martes, 6 de septiembre de 2011

¿Qué necesidades no fueron satisfechas en nuestra infancia?

Necesidades frustradas y deseos ingobernables


Un placer puede reemplazarse por otro. Pero una necesidad profunda no desaparece: sigue allí, insatisfecha, a la espera de que algo o alguien lo sacie.

Cuando las necesidades básicas de sentirse amado o amada y conectada se frustran, desarrollamos estrategias automáticas para conseguir alguna forma de gratificación alternativa: llamar la atención de los demás, ganar dinero, acumular poder, desplegar talento...

Imagen: Escaleira tripla de caracol (Compostela) por jl.cernadas.

Algunas personas desarrollan adicciones a la comida, al tabaco o a las drogas.
Estos deseos sustitutos pueden ser más o menos edificantes, más o menos peligrosos o anodinos.

Sean cuales sean, ofrecen alguna forma de gratificación alternativa y calman el miedo y la ansiedad que genera la necesidad frustrada

Cuanto mayor es el pozo de las necesidades insatisfechas, más compulsivos serán los deseos sustitutos.

Eventualmente esos deseos –y el consiguiente miedo a no poder satisfacerlos- se tornan dolorosos: el deseo de encontrar pareja empuja a una serie de relaciones ansiosas, un trastorno alimentario intenta saciar la frustración afectiva...

Los deseos fijos, constantemente frustrados, se vuelven desesperados e incontrolados

Cuando el deseo es ingobernable, ya no es posible disfrutar del presente, del día a día.

El deseo obsesivo y ansioso lleva a las personas a atravesar la vida en un túnel sin que puedan disfrutar de lo que tienen alrededor porque las necesidades frustradas requieren una anestesia más fuerte o una estimulación más potente.

El problema se agrava cuando las estrategias más corrientes que usamos para saciar las necesidades profundas se convierten en una aparte íntegra de quienes creemos ser.

La persona que come demasiado, la persona que compite insaciablemente, la persona que quiere agradar, esa persona soy YO.

A medida que las personas se pierden en el frenesí de una vida dedicada a perseguir, como las ratitas con la palanca, los placeres sustitutos, pierden el contacto con sus necesidades más profundas, más auténticas.

Pierden el sentido de quienes son ellas de verdad.
Yo no soy mi deseo, yo no soy mi carencia: el deseo y en particular el deseo insatisfecho, sólo es problemático cuando invade el sentido profundo de quienes somos.

Los niños y las niñas, en cambio, desde su inocencia radical, expresan con claridad sus necesidades básicas; las físicas, las emocionales, las intelectuales, las trascendentales.

No las viven como una debilidad sino como expresión lógica de su ser esencial.

Sólo aprenderán a temerlas cuando empiecen a experimentar que no siempre es fácil o posible saciarlas.

Intuitivamente, nos ponemos en guardia cuando el deseo azota. El cerebro proyecta de forma inmediata el patrón habitual de nuestros deseos más persistentes y, por tanto, más frustrantes.

¡Otra vez!, advierte ante el posible desastre. Otra vez solo o sola, otra vez abochornado o abochornada, otra vez he fracasado, otra vez... ¿Cómo romper el círculo vicioso?

La pregunta clave es simplemente ésta: ¿cómo me relaciono con mi deseo? Se trata de comprender de dónde proviene la fuerza de este deseo. Para ello, no hay que luchar contra los deseos.

Se emplea demasiada energía en avergonzarse por los deseos, en intentar frenar ese torrente. La negación del deseo no la impide, sino que le da incluso más importancia de la que tiene.

Es mejor táctica dejarse traspasar por el deseo, y también por el miedo a no satisfacerlo, para poder observar su trayectoria.

Se trata de hacer una pausa suficiente para poder conectar y comprender qué mueve estos deseos, sin resistencia, como si se contemplase desde una perspectiva protegida una lluvia de meteoritos en una noche estrellada.

Rendirse al misterio del deseo, responder a su llamada, comprender su causa. El deseo es sólo un fenómeno pasajero, la punta del iceberg de algo mucho más profundo.


Elsa Punset. Inocencia radical
La vida en busca de pasión y de sentido
Para leer un poco más sobre necesidades y deseos:




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