martes, 21 de agosto de 2012

Vivir con gozo nuestra vida


Poquísimas personas, habrán sido heridas con tal gravedad en el pasado como para haber perdido su esencia sana, la capacidad de amar y de transmitir amor.
Podemos contemplar nuestra infancia como un campo de entrenamiento en el que, a resueltas precisamente de las insuficiencias de sus progenitores, pudimos desarrollar recursos especiales.

Tal vez nos hicimos, a causa de las dificultades vividas, especialmente fuertes, independientes, valerosas o pacientes.
Estos recursos podemos utilizarlos hoy para darnos a nosotras mismas la oportunidad de verter las lágrimas que no derramamos, aprovechar los potenciales que no vivimos y admitir el agotamiento y la ira que no manifestamos.
La mayor gratitud que podemos transmitir a nuestro padre y a nuestra madre es vivir con gozo nuestra propia vida
RECONCILIATE CON TU INFANCIA de Ulrike Dahm

Sufrir es más fácil que buscar soluciones


Bert Hellinger decía una y otra vez en sus seminarios:
 “Sufrir las cosas es más fácil que solucionarlas”. Hay ahí escondida una gran verdad.
Sufriendo siento que formo parte de mi sistema familiar. Pero si resuelvo mis problemas, en cierto modo estoy sola.
Algunas personas mantienen siempre encendida el fuego de la cólera y de sus reproches.
El odio es como mínimo un lazo tan fuerte que el amor.
En los reproches seguimos ligadas a nuestros  progenitores como si fuéramos niñas.
Aceptar las debilidades de nuestros progenitores, absolverlos de sus defectos y dejarlos marchar, es signo de madurez.

RECONCILIATE CON TU INFANCIA de Ulrike Dahm

miércoles, 15 de agosto de 2012

Esclavas de nuestras circunstancias

La mentalidad de víctima

No cabe duda de que en muchísimas ocasiones los seres humanos nos sentimos víctimas de las circunstancias y por eso con frecuencia caminamos por la vida agotadas, asustadas y profundamente frustradas.

Esta es la expresión de la mentalidad de la víctima, de aquella que  no es realmente libre, sino esclava de sus circunstancias.

Esto es algo en lo que hemos de reflexionar, ya que, cuando una se experimenta a sí misma como víctima, su estado de ánimo es muy diferente de cuando se siente como artífice, como protagonista de su vida.

El estado de ánimo que tenemos cuando nos sentimos víctimas reduce la eficacia para hacer frente a las tareas de cada día.

Además, nos torna irritables, con lo cual hace especialmente complicada la sintonía con otras personas.

Por si esto fuera poco, también genera un enorme cansancio que hace que estemos permanentemente agotadas y que caminemos como zombis por la vida.

El estado de ánimo que acompaña a la mentalidad de víctima es en sí mismo un verdadero problema.

Por eso, si las circunstancias son de por sí complejas, nuestro propio estado de ánimo aún les añade una mayor complejidad.


Ahora yo. Mario Alonso Puig