Bert Hellinger decía una y otra vez en sus seminarios:
“Sufrir
las cosas es más fácil que solucionarlas”. Hay ahí escondida una gran verdad.
Sufriendo
siento que formo parte de mi sistema familiar. Pero si resuelvo mis problemas,
en cierto modo estoy sola.
Algunas personas mantienen siempre encendida el
fuego de la cólera y de sus reproches.
El odio es como mínimo un lazo tan
fuerte que el amor.
En los reproches seguimos ligadas a nuestros progenitores como si fuéramos niñas.
Aceptar las
debilidades de nuestros progenitores, absolverlos de sus defectos y dejarlos
marchar, es signo de madurez.
RECONCILIATE CON TU INFANCIA de Ulrike Dahm
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